El Faro

El paisaje y sus gentes son los dones de Cueto, uno de los pueblos de Santander con más encanto y también con sus singularidades. Como la de convivir con un complejo residencial, Valdenoja, que está dentro de su demarcación territorial pero muy diferenciado. No obstante, es significativo el equilibrio que se produce entre ambas zonas, una de tipología más rural, Cueto, y la otra, enfocada a una población más urbanita que ha dejado el centro de la ciudad y sus congestiones.

Los orígenes de Cueto se remontan a los tiempos de la ocupación romana. Fue en el lejano año 1660, cuando el suizo Pellegrino Zuyer localizó por primera vez el lugar en un mapa de la entonces villa de Santander. La fertilidad de sus laderas facilitó la continuidad de la población durante los siglos altos medievales. Y en el siglo XIII el lugar ya aparece documentado en la iglesia de Santa María de Cueto. Rebuscando en la historia, anecdóticamente se encuentra una alusión a este pueblo del hijo de Cristóbal Colon, Fernando, en un escrito fechado en 1522: «Desde Santander hasta Cueto hay una tierra de cerros y valles...».Su rico pasado incluye un Ateneo cultural que funcionó desde 1933 hasta 1937. Incluso contó con un Hipódromo, el de Bellavista que estuvo dedicado a esa actividad entre 1917 y 1921. Entre sus edificios más emblemáticos, la ermita de la Virgen de Santa María del Mar, patrona de Santander, en la isla del mismo nombre, en San Román de la Llanilla. La devoción de Cueto por «su» Virgen, que también lo es de Santander, queda de manifiesto cada verano, en su fiesta grande. El pueblo experimentó un gran crecimiento con el «boom» urbanístico, que supuso la construcción de urbanizaciones y nuevas residencias que dieron lugar a Valdenoja. De sus barrios míticos como La Rochela, El Recial, el barrio de la Iglesia, donde sus habitantes se dedicaban a la ganadería, a la albañilería o a las conocidas como «burreras» que vendían en el mercado, los productos que cultivaban en sus huertas.                           

En poco tiempo Cueto vio cambiado su paisaje a medida que iban llegando los nuevos vecinos. El incremento de población también contribuyó a la mejora de los servicios y dotaciones que fueron dando respuesta a las carencias de los cuetanos. En este capítulo de inversiones, hay que recordar que, según se ha avanzado desde el Ayuntamiento, en 2021 el pueblo contará con un centro cívico y cultural que, desde luego, contribuirá a mejorar la calidad de vida del conjunto.

Entre calles sinuosas, que discurren en un paisaje protagonizado por el mar Cantábrico, Cueto y Valdenoja son un lugar ideal para disfrutar de la rica gastronomía de la zona, del buen producto ya sea de mar o de tierra. Sobre todo, en los meses de verano, en que la población de Santander se incrementa. También Valdenoja recibe a sus residentes que tienen ahí su segunda vivienda.

Después de pasear por sus rincones, hay una ruta muy variada de establecimientos, muchos de ellos con su raigambre, en los que se puede «saborear» Cueto. Nombres que ya se han labrado su fama no sólo en Santander, sino en otras localidades de la región.

Cueto y Valdenoja conforman ese otro Santander, el que creció cuando el centro se quedó pequeño para acoger a nuevos habitantes. No cabe la menor duda de que al ser una zona de expansión la construcción ha restado protagonismo a esa imagen rural que tuvo hace años. Pero todavía se conservan las casitas de los cuetanos de toda la vida, muy implicados con el día a día del pueblo, y que han aprendido a convivir con los residentes en las urbanizaciones que viven a escasos minutos. Estos son algunos de los sitios dónde comer en esta zona de Santander:

La Pereda, 8