El Faro de Cabo Mayor
27 de January de 2023
Es la luz que guía a los barcos para refugiarse en las hospitalarias aguas de la bahía de Santander. Símbolo de la ciudad y brillo principal de navegantes, el faro de Cabo Mayor surgió como demanda de comerciantes que en 1776 lo consideraron imprescindible para el desarrollo del puerto, pero su construcción se demoró hasta 1839, año en que se inauguró la esbelta torre de 30 metros de altura que situó la luz a 91 metros sobre el nivel del mar.
Situado al norte de la ciudad, la instalación se ordenó construir como fanal giratorio por medio de una Real Orden del 17 de febrero de 1833. Se levantó sobre un atalayón que ya existía y desde el que se hacían señales a los barcos, tanto de día, con banderas, como de noche encendiendo fuego. El faro se inauguró el 15 de agosto de 1839 con su correspondiente encendido.
El diseño del edificio fue inicialmente obra del capitán de navío Felipe Bauzá, que lo presupuestó en 460.000 reales, aunque la versión definitiva corrió a cargo de Domingo Rojí. El conjunto constaba de una torre de planta circular revestida en piedra, con una planta baja de planta cuadrada. Para medir la distancia desde la que podía verse la señal luminosa, se empleó el vapor ‘Mazepa’, que salió a navegar y comprobó que la luz podía verse, con tiempo despejado, a nueve leguas, siempre que el ojo del observador se elevase a bordo 40 pies sobre el nivel del mar.
En sus inicios, el faro mantenía la llama de luz por medio del consumo de aceite. Contaba con una óptica de segundo orden y un sistema con lente de Fresnel, que daba una luz fija con un destello cada minuto y llevaba 100 espejos superiores y 60 inferiores, produciendo la luz por reflexión, y ocho lentes que producían luz con intermisión por refracción. Tenía un solo mechero en el centro del aparato, guarnecido con tres mechas circulares concéntricas. El ingenio se movía por un sistema de pesas y ruedas dentadas y producía un cono de luz de 3 pulgadas en su base con dos de altura.
El aparato y su mecanismo se construyó en París y costó 8.000 pesos fuertes. Su consumo era de medio litro de aceite por hora de encendido. En 1877 pasó a utilizar como combustible aceite mineral, siendo el primer faro de España en hacerlo.
Los gastos ocasionados por el funcionamiento del faro eran costeados al principio por la Junta de Comercio de la provincia. Luego pasaría a ser considerado servicio público del Estado bajo la dirección y cuidado del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puerto.
El personal que cuidaba del faro eran los torreros, cuya actividad estaba reglamentada desde 1851. El de Cabo Mayor era de segundo orden, por lo que le correspondía un personal de tres torreros. Eran sus obligaciones las de encender las luces, vigilar el alumbrado durante la noche y cuidar de la limpieza y conservación de los aparatos y demás efectos. También se encargaban de llevar un registro de observaciones y movimientos del almacén, en especial el referido al aceite.
En 1913 se instaló una lámpara de vapor de petróleo que mejoró considerablemente el alcance de su luz y en 1920 quedó instalado el aparato óptico que ha prestado servicio de forma ininterrumpida hasta la actualidad.
La electricidad
Un acontecimiento importante para el faro fue la iluminación eléctrica. El 30 de enero de 1923 se efectuaron las pruebas oficiales de la instalación con la asistencia de ingenieros y técnicos del servicio central de Señales Marítimas, comprobando que el reflector proyectaba un haz de luz que podía apreciarse a cincuenta millas de distancia. La incorporación de grupos electrógenos y otros equipos técnicos redujo el espacio en la base de la torre, por lo que en 1935 se construyó el edificio adyacente como vivienda de los torreros o fareros. En 1954 se instaló una sirena y 4 años después un radiofaro, con un alcance de 50 millas, que fue modernizado en 1979.
El faro emite dos destellos de luz blanca cada 10 segundos, con un alcance de 21 millas. Su señal acústica de niebla emite la letra ‘M’ en código Morse, con dos pitidos largos cada 40 segundos.
En agosto de 2006, en el espacio dedicado a la vivienda de los fareros, se inauguró el ‘Centro de Arte Cabo Mayor’, que acoge la colección de Eduardo Sanz dedicada a la temática marinera y en donde destacan como principal seña de identidad las creaciones artísticas dedicadas a los principales faros del litoral español, referencia constante en la dilatada trayectoria artística de Sanz.
El faro santanderino sigue orientando a los navegantes, sigue atrayendo a admiradores de su torre blanca que contemplan el paisaje que lo rodea y, desde 2006, nos invita a visitar el centro de arte que evoca a todos los faros.
Surgió como demanda de comerciantes que lo veían imprescindible para el futuro del Puerto.
Fuente: El Diario Montañés, 27 de enero de 2023